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El arte es una de las cosas que nunca va a desaparecer en esta vida


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Una de las cosas que la humanidad siempre aprecia indiscutiblemente, solamente apreciando su exuberante y delicada grandeza. Esta ha sobrevivido por millones de años, pero algunas magistrales obras no han sobrevivido el paso inexorable del tiempo y por esta razón se han desaparecido y nunca se han podido mostrar al mundo.

La exposición Pedazo del alma, alma en Pedazos la cual nos honramos en mostrarnos las obras de un hombre que nunca ha sido reconocido ni con premios ni galardones, pero su trabajo es ejemplo del gran talento boricua. Este artista boricua no aparece en las figuras ni escritos del arte puertorriqueño, pero esto no significa que no estuvo presente en esta, ya que nos enseña un gran ejemplo de superación en la vida, mientras también nos muestra calidad en sus obras.


Pedazos De Alma, Alma en Pedazos
Por José A. Rivera
 
La grandeza del arte jamás puede ocultarse por la brevedad o ánimo del suceso artístico. A diario nos enfrentamos con estas realidades. La historia de la humanidad nos lo confirma con infusión. Quien no es capaz de sobrecogerse antes las impactantes pictográficas de las cuevas de Altamira, la exuberante y delicada orfebrería oriental, las ciclópeas pirámides de Egipto con sus espectaculares manifestaciones escultóricas o la extraordinaria arquitectura y ordenamiento urbano de las civilizaciones precolombinas en América. Todas ellas sobreviviendo al paso enamofusirante del tiempo, a pesar de la anonimia de sus creadores, como mudos testimonios de la grandiosidad del arte. La exposición Pedazos del Alma, Alma en pedazos, la cual nos honramos en mostrar, cumple el objetivo de rescatar a un artista boricua que no figura en las antologías ni escritos sobre el arte puertorriqueño. Quizás por brevedad de su presencia en el arte borincano, quizás por las particulares circunstancias que incidieron en su breve existencia; pero sin duda, un artista que no podemos pasar por alto. A casi 26 años de aquella mal lograda exposición, resurge su historia.

La figura de Ramón Hernández, gracias al tesón y compromiso de su hijo Ricardo Hernández, quien a través de la fundación Ramón Hernández, nos lo rescata para que su memoria y su obra quede para el disfrute de futuras generaciones de puertorriqueños, liberándolo de aquel tristeza honda que presidio la infausta de su partida. Según el ave fénix, aquella fábula ave que los antiguos aseguraban renacía de las cenizas, así se yergue el legado de este fénix de la plástica puertorriqueña, que supo dejar huella imborrable en cada una de sus obras, porque como el mismo afirmaba:
La pintura es como un pedazo de mi alma y el lienzo es el instrumento que utilizo para exteriorizar mis sentimientos. Es casi un desahogo espiritual. Nos complace de manera muy especial, poder competir esta experiencia artística con la comunidad carolinese y público visitante, seguro de descubrir parte del alma de este noble puertorriqueño, que con su obra nos confirma de manera irrefutable la grandeza del arte.

 

 

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